Yolanda Hernández Cortés **
Las ciencias sociales se han quedado
en la explicación e interpretación de la
sociedad, pero de lo que se trata es de
transformarla racionalmente hacia la
libertad y la autonomía.
Jürgen Habermas
Lo que nos proponemos en este escrito es tratar de clarificar qué es lo que queremos decir cuando hablamos de género. Después de un breve recorrido por la obra de algunas autoras, nos queda la pregunta: ¿Qué es eso de Género?
De acuerdo con Marcela Lagarde[1], género se ha entendido de tres maneras:
1) como concepto
2) como teoría
3) como perspectiva
Sobre su uso como concepto, nos dice Lagarde: "Entre quienes trabajan y participan de manera pragmática con las mujeres se ha extendido la creencia de que el género es [un] concepto relativo a la mujer." (p. 21)
Como teoría, "abarca categorías, hipótesis, interpretaciones y conocimientos relativos al conjunto de fenómenos históricos construidos en torno al sexo." (p. 26)
Como perspectiva, "incluye el análisis de las relaciones sociales intergenéricas (entre personas de géneros diferentes) e intragénericas (entre personas del mismo género) privadas y públicas, personales, grupales y colectivas, íntimas, sagradas, políticas." (p. 31)
Ante estas y otras posibles acepciones, muy bien podríamos interrogarnos junto con Teresita de Barbieri por cuáles son las "certezas y malos entendidos de la categoría género". Pero evidentemente ya en esta manera de plantear el problema hemos tomado una opción, pues hemos dicho categoría, no concepto, ni teoría.
Según Joan Scott en su ensayo "El género: una categoría útil para el análisis histórico", la limitación de este acercamiento radica en quedarse en un uso meramente descriptivo de esta noción: “En su uso descriptivo género es un concepto asociado con el estudio de las cosas relativas a las mujeres. El género es un tema nuevo, un nuevo departamento de historia, pero carece de capacidad analítica para enfrentar y cambiar los paradigmas históricos existentes” (p. 29).
Además, agrega Scott, cualquier opción semántica no sólo es terminológica, sino también política: "Los procesos políticos determinarán qué resultados prevalecen -políticos en el sentido de que diferentes actores y diferentes significados luchan entre sí por alcanzar el poder."[2]
De ese modo, hablar de género implica hablar de poder. Más adelante, la autora enfatiza: "el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder."[3]
Siguiendo su definición de género, Scott se adentra luego en el análisis de lo que implica mirar el género como elemento constitutivo de las relaciones sociales y en mirarlo como la forma primaria de relaciones significantes de poder. Frente a la primera parte de su definición, la autora nos indica que el género comprende cuatro elementos interrelacionados que tienen que ver con lo simbólico, lo normativo, lo institucional y lo identitario.
Sin embargo, antes que detenernos en el análisis de cada uno de estos aspectos, quisiéramos resaltar otro nivel de la comprensión de lo que queremos decir cuando hablamos de género. En efecto, desde mi forma de entender el asunto, encuentro tres niveles de discusión:
1. Un nivel que trabaja desde la "realidad" (como campo de la cultura)
2. Un nivel que trabaja desde los conceptos (como maneras de nombrar esa "realidad")
3. Un nivel que trabaja desde las disciplinas (como formas de estructurar la realidad, no sólo de explicarla)
En este sentido, es importante no perder de vista la idea de habitus de Marcel Mauss, quien nos dice: el habitus es una estructura a la vez estructurada y estructurante. Y Mara Viveros lo define como el "conjunto de relaciones sociales e históricas incorporadas y aprehendidas subjetivamente por las personas bajo la forma de disposiciones durables, categorías mentales, estrategías cognitivas, capacidades perceptivas, formas de sensibilidad, etc.," [4].
Pero el sentido con el cual queremos traer estas palabras aquí es distinto, pues mientras Viveros resalta la calidad subjetiva de cómo son apropiados diferentes aspectos (por ej., relaciones sociales, categorías mentales), lo que yo quiero señalar apoyándome en Scott, son las implicaciones que dentro de las disciplinas tienen estos mismos procesos. Veamos:
"la discrepancia entre la alta calidad de la obra reciente en la historia de las mujeres y la persistencia de su status marginal en el conjunto de este campo (tal como puede medirse en los libros de texto, planes de estudio y trabajos monográficos), indica los límites de los enfoques descriptivos que no se dirijan a conceptos dominantes de la disciplina, o al menos que se dirijan a esos conceptos en términos que puedan debilitar su validez y quizá transformarlos."[5]
Aquí ya hemos pasado a otro nivel. No estamos en el nivel de cómo los sujetos nombran la realidad, sino que estamos en el nivel de cómo las disciplinas estructuran corpus de conocimientos. Es en este nivel cuando comenzamos a hablar de género como categoría analítica.
En este sentido del género como categoría analítica, también hay una historia. Nos dice Marta Lamas[6] que si bien la antropología daba el sentido de construcción cultural a lo que llamaba papel o estatus sexual, perfilando lo que sería la nueva acepción de la categoría género, no fue esta la disciplina que introdujo su utilización en las ciencias sociales en el sentido de construcción social de lo femenino y lo masculino. Al parecer, la disciplina que primero habló así de género fue la psicología, en su vertiente médica. Aunque ya los estudios de Money en 1955 utilizaba ese término con esta intención, sin embargo el que establece ampliamente la diferencia entre sexo y género es Robert Stoller, justamente en “Sex and Gender” (1968), quien a partir del estudio de los transtornos de la identidad sexual, define con precisión este sentido de género.
No obstante, esto es parte de la historia, pues como nos lo va a decir Joan Scott[7] “Quienes quieran codificar los significados de las palabras librarían una batalla perdida, porque las palabras, como las ideas y las cosas que están destinadas a significar, tienen historia”. Y otra parte de la historia es la que se construye a partir del uso que de este concepto hacen las feministas.
"En su acepción más reciente género parece haber sido empleado por las feministas americanas quienes deseaban insistir en la cualidad fundamentalmente social de las distinciones basadas en el sexo. La palabra denotaba rechazo al determinismo biológico implícito en el empleo de términos tales como "sexo" o "diferencia sexual"."[8]
Y aquí entran en escena las feministas. ¿Qué podemos decir acerca del feminismo? Muy poco, dado que la historia del feminismo es otra historia. Las conexiones que aquí queremos establecer entre feminismo y género hacen referencia a la categoría género como categoría analítica. En esta dirección queremos resaltar junto con Scott cómo "las estudiosas feministas pronto indicaron que el estudio de las mujeres no sólo alumbraría temas nuevos, sino que forzaría también a una reconsideración crítica de las premisas y normas de la obra académica existente”.[9]
Lo que se quiere señalar aquí es cómo las estudiosas feministas van a indicar la transformación de las disciplinas, a partir de la incorpororación de la categoría género como categoría analítica a los corpus disciplinares.
De lo que estamos hablando es de una transformación del saber mismo, de una transformación del canon de conocimiento, pues ya no podremos seguir afirmando que "mi comprensión de la Revolución Francesa no cambia porque sepa que las mujeres participaron en ella" (p. 27), puesto que ya no se trata tan sólo de saber en qué participaron o no las mujeres, sino de lo que se trata es de dar cuenta de cómo fue su participación, dado que este dar cuenta tiene que ver con cómo se constituyen discursivamente los campos de fuerza sociales y esto en términos foucaultianos tiene que ver con el poder, el cual se identifica con constelaciones dispersas de relaciones desiguales, constituidas discursivamente como campos de fuerza sociales. (p. 44 Scott)
Pues bien, lo que hemos querido hacer en este breve escrito es bosquejar los niveles de la discusión que se ven implicados cuando tratamos de acercarnos a la comprensión sobre el género, en tanto espacio discursivo desde el cual se interpreta la realidad pero también se la construye. No esperamos haber agotado el debate sino iniciarnos en la búsqueda de comprensión de un asunto que como lo hemos podido bosquejar, está atravesado por múltiples historias (la historia del concepto, la historia del feminismo, la historia de las disciplinas, la historia de los sujetos y la historia de cómo esos sujetos han sido objeto de la historia, entre otras). Para finalizar, quisiera dejar resonando algunas palabras de Joan Scott:
"Del género en tanto categoría analítica depende las respuestas a preguntas tales como: Cómo da significado el género a la organización y percepción del conocimiento histórico?. El desafío que plantean esas respuestas es, en definitiva, de caracter teórico, requiere el análisis no sólo de la relación entre experiencias masculinas y femeninas ... sino también de la conexión entre la historia pasada y la práctica histórica actual." (p. 27).
* Documento publicado en 2007.
De acuerdo con Marcela Lagarde[1], género se ha entendido de tres maneras:
1) como concepto
2) como teoría
3) como perspectiva
Sobre su uso como concepto, nos dice Lagarde: "Entre quienes trabajan y participan de manera pragmática con las mujeres se ha extendido la creencia de que el género es [un] concepto relativo a la mujer." (p. 21)
Como teoría, "abarca categorías, hipótesis, interpretaciones y conocimientos relativos al conjunto de fenómenos históricos construidos en torno al sexo." (p. 26)
Como perspectiva, "incluye el análisis de las relaciones sociales intergenéricas (entre personas de géneros diferentes) e intragénericas (entre personas del mismo género) privadas y públicas, personales, grupales y colectivas, íntimas, sagradas, políticas." (p. 31)
Ante estas y otras posibles acepciones, muy bien podríamos interrogarnos junto con Teresita de Barbieri por cuáles son las "certezas y malos entendidos de la categoría género". Pero evidentemente ya en esta manera de plantear el problema hemos tomado una opción, pues hemos dicho categoría, no concepto, ni teoría.
Según Joan Scott en su ensayo "El género: una categoría útil para el análisis histórico", la limitación de este acercamiento radica en quedarse en un uso meramente descriptivo de esta noción: “En su uso descriptivo género es un concepto asociado con el estudio de las cosas relativas a las mujeres. El género es un tema nuevo, un nuevo departamento de historia, pero carece de capacidad analítica para enfrentar y cambiar los paradigmas históricos existentes” (p. 29).
Además, agrega Scott, cualquier opción semántica no sólo es terminológica, sino también política: "Los procesos políticos determinarán qué resultados prevalecen -políticos en el sentido de que diferentes actores y diferentes significados luchan entre sí por alcanzar el poder."[2]
De ese modo, hablar de género implica hablar de poder. Más adelante, la autora enfatiza: "el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder."[3]
Siguiendo su definición de género, Scott se adentra luego en el análisis de lo que implica mirar el género como elemento constitutivo de las relaciones sociales y en mirarlo como la forma primaria de relaciones significantes de poder. Frente a la primera parte de su definición, la autora nos indica que el género comprende cuatro elementos interrelacionados que tienen que ver con lo simbólico, lo normativo, lo institucional y lo identitario.
Sin embargo, antes que detenernos en el análisis de cada uno de estos aspectos, quisiéramos resaltar otro nivel de la comprensión de lo que queremos decir cuando hablamos de género. En efecto, desde mi forma de entender el asunto, encuentro tres niveles de discusión:
1. Un nivel que trabaja desde la "realidad" (como campo de la cultura)
2. Un nivel que trabaja desde los conceptos (como maneras de nombrar esa "realidad")
3. Un nivel que trabaja desde las disciplinas (como formas de estructurar la realidad, no sólo de explicarla)
En este sentido, es importante no perder de vista la idea de habitus de Marcel Mauss, quien nos dice: el habitus es una estructura a la vez estructurada y estructurante. Y Mara Viveros lo define como el "conjunto de relaciones sociales e históricas incorporadas y aprehendidas subjetivamente por las personas bajo la forma de disposiciones durables, categorías mentales, estrategías cognitivas, capacidades perceptivas, formas de sensibilidad, etc.," [4].
Pero el sentido con el cual queremos traer estas palabras aquí es distinto, pues mientras Viveros resalta la calidad subjetiva de cómo son apropiados diferentes aspectos (por ej., relaciones sociales, categorías mentales), lo que yo quiero señalar apoyándome en Scott, son las implicaciones que dentro de las disciplinas tienen estos mismos procesos. Veamos:
"la discrepancia entre la alta calidad de la obra reciente en la historia de las mujeres y la persistencia de su status marginal en el conjunto de este campo (tal como puede medirse en los libros de texto, planes de estudio y trabajos monográficos), indica los límites de los enfoques descriptivos que no se dirijan a conceptos dominantes de la disciplina, o al menos que se dirijan a esos conceptos en términos que puedan debilitar su validez y quizá transformarlos."[5]
Aquí ya hemos pasado a otro nivel. No estamos en el nivel de cómo los sujetos nombran la realidad, sino que estamos en el nivel de cómo las disciplinas estructuran corpus de conocimientos. Es en este nivel cuando comenzamos a hablar de género como categoría analítica.
En este sentido del género como categoría analítica, también hay una historia. Nos dice Marta Lamas[6] que si bien la antropología daba el sentido de construcción cultural a lo que llamaba papel o estatus sexual, perfilando lo que sería la nueva acepción de la categoría género, no fue esta la disciplina que introdujo su utilización en las ciencias sociales en el sentido de construcción social de lo femenino y lo masculino. Al parecer, la disciplina que primero habló así de género fue la psicología, en su vertiente médica. Aunque ya los estudios de Money en 1955 utilizaba ese término con esta intención, sin embargo el que establece ampliamente la diferencia entre sexo y género es Robert Stoller, justamente en “Sex and Gender” (1968), quien a partir del estudio de los transtornos de la identidad sexual, define con precisión este sentido de género.
No obstante, esto es parte de la historia, pues como nos lo va a decir Joan Scott[7] “Quienes quieran codificar los significados de las palabras librarían una batalla perdida, porque las palabras, como las ideas y las cosas que están destinadas a significar, tienen historia”. Y otra parte de la historia es la que se construye a partir del uso que de este concepto hacen las feministas.
"En su acepción más reciente género parece haber sido empleado por las feministas americanas quienes deseaban insistir en la cualidad fundamentalmente social de las distinciones basadas en el sexo. La palabra denotaba rechazo al determinismo biológico implícito en el empleo de términos tales como "sexo" o "diferencia sexual"."[8]
Y aquí entran en escena las feministas. ¿Qué podemos decir acerca del feminismo? Muy poco, dado que la historia del feminismo es otra historia. Las conexiones que aquí queremos establecer entre feminismo y género hacen referencia a la categoría género como categoría analítica. En esta dirección queremos resaltar junto con Scott cómo "las estudiosas feministas pronto indicaron que el estudio de las mujeres no sólo alumbraría temas nuevos, sino que forzaría también a una reconsideración crítica de las premisas y normas de la obra académica existente”.[9]
Lo que se quiere señalar aquí es cómo las estudiosas feministas van a indicar la transformación de las disciplinas, a partir de la incorpororación de la categoría género como categoría analítica a los corpus disciplinares.
De lo que estamos hablando es de una transformación del saber mismo, de una transformación del canon de conocimiento, pues ya no podremos seguir afirmando que "mi comprensión de la Revolución Francesa no cambia porque sepa que las mujeres participaron en ella" (p. 27), puesto que ya no se trata tan sólo de saber en qué participaron o no las mujeres, sino de lo que se trata es de dar cuenta de cómo fue su participación, dado que este dar cuenta tiene que ver con cómo se constituyen discursivamente los campos de fuerza sociales y esto en términos foucaultianos tiene que ver con el poder, el cual se identifica con constelaciones dispersas de relaciones desiguales, constituidas discursivamente como campos de fuerza sociales. (p. 44 Scott)
Pues bien, lo que hemos querido hacer en este breve escrito es bosquejar los niveles de la discusión que se ven implicados cuando tratamos de acercarnos a la comprensión sobre el género, en tanto espacio discursivo desde el cual se interpreta la realidad pero también se la construye. No esperamos haber agotado el debate sino iniciarnos en la búsqueda de comprensión de un asunto que como lo hemos podido bosquejar, está atravesado por múltiples historias (la historia del concepto, la historia del feminismo, la historia de las disciplinas, la historia de los sujetos y la historia de cómo esos sujetos han sido objeto de la historia, entre otras). Para finalizar, quisiera dejar resonando algunas palabras de Joan Scott:
"Del género en tanto categoría analítica depende las respuestas a preguntas tales como: Cómo da significado el género a la organización y percepción del conocimiento histórico?. El desafío que plantean esas respuestas es, en definitiva, de caracter teórico, requiere el análisis no sólo de la relación entre experiencias masculinas y femeninas ... sino también de la conexión entre la historia pasada y la práctica histórica actual." (p. 27).
* Documento publicado en 2007.
** Docente-Investigadora. E-mail yoliheco@gmail.com
[1] Cfr. LAGARDE, Marcela “El género”, pp. 13- 69.
[2] Cfr. SCOTT, Joan W. "El género una categoría útil para el análisis histórico" p. 55.
[3] Ibid., pág. 44.
[4] VIVEROS VIGOYA, Mara "Notas en torno de la categoría analítica de género" pág. 80
[5] SCOTT,. Op. cit., pág. 26.
[6] LAMAS, Marta "La antropología feminista y la categoría de género" pág. 112.
[7] SCOTT,. Op. cit., pág. 23.
[8] Ibid., pág. 24.
[9] Ibid., pág. 25.
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